lunes, 20 de julio de 2009

Un viaje dentro de otro viaje

Hemos viajado desde Uruguay, Montevideo, hasta el Norte de Argentina casi haciendo frontera con Bolivia.

Los tripulantes de este largo viaje hemos sido: Paola, Cristina, Nicci y Ana. La mascota ha sido Serafín. La nave viajera, Piturro (Fiat uno gris plateado). El número de días viajados ha sido de un total de 10. Número de Kilómetros totales: 4300km (aprox.)Total de hostales, duchas y camas probadas: 8 (un día de bus).

Han sido 3680 km según los datos y la conciencia kilométrica de la Cristi, que apuntaba todo en un librito de viaje (sin tener en cuenta los km recorridos desde Montevideo hasta Salto en Uruguay donde tomamos el coche- no digo cogimos porque estoy anulando esa palabra de mi diccionario para cuando trabaje con los niños). Si nos pasábamos de los 4000 km debíamos pagar más por el coche alquilado.

El camino os lo muestro, viene a ser algo así:



Es el Norte más norte. Pero como ya sabemos, aquí, norte significa calor (están locos estos del Sur). Así es que han sido unas vacaciones hacia un clima más caluroso, incluso al final del recorrido se pasa por el trópico de Capricornio y hace calor de verdad... (a pesar de la altitud)

[Os podéis imaginar qué revival primaveral, casi veraniego... ¡Qué emoción!]

Llegar a Tucumán, que está más arriba de la ciudad de Córdoba (Argentina), desde Salto en Uruguay fueron un par de días de viaje. Fuimos parando, pero la verdad es que se hizo largo largo. El primer día, además, al llegar a Córdoba un coche nos embistió, en un cruce (entre las calles Armenia y Ucrania, lo recordaré siempre). Tuve además un flashback con Estrasburgo. Todas bien (Paola que iba detrás durmiendo un chichón), pero el coche quedó un poco tocado y jamás pudieron volver a abrirse las puertas laterales del lado derecho.

Para que os pongáis en ruta con nosotras, os voy a poner la música del viaje para que la escuchéis a la vez que lo leéis (en vez de ponérosla al final):



Ha sido un viaje de mucho coche, a lo Telma y Louise y cia. El camino era largo pero las conductoras ágiles. Piturro un campeón. Las carreteras en Argentina son de un único sentido, asfaltadas (algunas, las principales) y llenas de camiones. Los argentinos conducen fatal, dan miedo de verdad. Son un riesgo al volante. Cuando estuve en Portugal, nos decían que tuviéramos cuidado porque conducían mal, y no... los argentinos sí conducen mal. De manera agresiva, imprudente, se saltan dobles rallas...en fin, un primor...

Señal de tráfico cerca de Tafí del Valle en la selva subtropical

Con el susto del golpe, no nos quedamos en Córdoba, ya lo siento Ana, pero nos pareció muy amable la gente de allí y comimos unas empanadas riquísimas...

Continuamos viaje porque los que nos alquilaron el coche nos dijeron que podíamos seguir si queríamos. Así es que desde allí, subimos a Tucumán. Es allí donde empezó realmente nuestro viaje: desde Tucumán hasta Humahuaca. Nuestra idea era llegar ala frontera con Bolivia, a la Quiaca, pero al final no llegamos, porque no nos daba tiempo a volver.

Nos muestro para que nos ubiquéis:


Paola con Nicci, todo un descubrimiento Pao


La Cristi enseñando las calzas naranjas (hasta allí nos fuimos...)


Piturro (después del accidente, un poco dañado)

Ha sido increíble. En general, es un paisaje muy árido y duro pero a la vez impresionante. Digo en general, porque pasamos por un espacio subtropical cerca de Tafí del Valle y porque en Cafayate hay viñedos, pero por lo demás, las montañas y las rocas lo ocupan todo.

Estas montañas no son más altas ni impresionantes que los Alpes. Eso sí son marrones, o de colores, pero muy áridas muy áridas. He pensado que igual se debe a que como todo es tan grande e inmenso es imposible discernir lo grande que es cuando estás allí. Subimos a un puerto con un bus y llegamos a los 4000m y no te dabas cuenta de que habías subido tantísimo.

La verdadera pachamama. He estado en la tierra de Mercedes Sosa y de Atahualpa Yupanqui. Jamás pensé que iba a llegar hasta allí. He visto aridez, desierto, cactus, llamas, los Andes, hojas de coca para la altura, indios de verdad (antiguos quechuas, seguro)...


Cerro de los siete colores, Purmamarca


De camino a la garganta del diablo


cementerio a las afueras de la nada, cerca de Cafayate


Bosque con cactus


Quebrada de Humahuaca (camino de Iruya)


Amaicha del Valle. Lugar con energía de verdad, sensación extraña. Ruinas de Quilmes.

El turismo que hay en esta zona es bastante hippie, o por lo menos va de esto. Me pierdo y soy artista. O soy artesano y hago pulseritas. Entre la gente que habita los lugares hay una mezcla entre por un lado, los hippies que fueron allí a vivir para hacer artesanías y retirarse de la vida y para aproximarse a la tierra de manera espiritual (todo ellos de raza blanca) y por el otro, la dureza de los rasgos indígenas que también se dedican a las artesanías. Y no hay mezcla. Son unos y otros. Unos hablan en inglés, los otros callan y sonríen. Es curioso que en más de una ocasión he visto reivindicaciones identitarias, por ejemplo:


Ruinas de Quilmes


Amaicha del Valle

A lo que iba, el turismo es bastante hippie. Pero de muchas pelas. Así, he observado las siguientes incongruencias, cada a una a su manera.A pesar de estar en medio de la nada, increíble observar cómo la realidad a veces supera la ficción. Os muestro algunos ejemplos, vosotros os hacéis los comentarios propios:







Todo esto me ha hecho pensar en un libro que leí de Marc Augé sobre el turismo, lo he buscado para poneros alguna cita pero la única cita que he encontrado no me ha gustado mucho, la verdad (Marc Augé, El Viaje Imposible: el turismo y sus imágenes- he encontrado este blog sobre el turismo que tiene buena pinta: http://turiscopia.blogspot.com/2008/11/marc-aug-el-viaje-imposible.html)

*hago un receso en la narración, para contaros una cosa divertidísima que pasa en el edificio de apartamentos de Cristina y que está sucediendo en tiempo real a este momento. Cuando alguien se deja el ascensor abierto, la puertecita de metal abierta que cierra el ascensor, éste empieza a sonar como si le fuera la vida en ello para que la cierren. Entonces a cada rato, el timbre suena y la casa se llena de ruido, ¿habré sido yo el último en llegar? porque hay una ley no escrita que dice que el que ha dejado la puerta abierta debe cerrarla. Corriendo a cerrarla en zapatillas o saliendo pronto del toilet... tal y como estés, como te pille... deberás cerrar la puerta para que tus vecinos no mueran por el sonido. Ah es importante la regla de que no es válido salir a cerrarla si no has sido tú quien la has dejado abierta (dice Cristina que una vez estuvo sonando una hora)

Bueno, pues después de estas disquisiciones no me queda más que contaros sobre la comida. Quinoa (Sergio, que compré en un mercado toda feliz y que sabía de su existncia gracias a ti), llama (Cristina por lo menos se ha comida una pata en este viaje), humitas, tamales... todo rico y nutritivo.

Volvimos de Argentina sin la gripe a pesar de que efectivamente están bastante colapsados. Bibliotecas de los pueblos cerradas, en Córdoba cerrados los boliches, la escuela todavía de vacaciones. Al parecer, como han cerrado los lugares masivos de cultura para la gente, el estado ha financiado una maleta de la cultura para los que se queden en casa: cds, dvds, libros...como explicaros lo que me parece de demagogia, porque no sabéis la de pobreza que hemos visto sobre todo en los cinturones de las ciudades más al centro (en el Norte no había tanta pobreza). Yo por mi parte me he vuelto adicta al alcohol en gel, ¿por allí tenéis? da un gusto echárselo... probad y restregaros todos con él...


(qué cosas lo de la gripe que a medias entre la confusión, el miedo y el caos, ¿para qué? me pregunto. ¿Cómo lo estudiaremos en los libros de historia en el futuro?)

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De vuelta en Monteivideo:

Cuando Cristina me contó que nos íbamos de viaje, yo no había asimilado bien lo que eso quería decir. Efectivametne yo ya estaba de viaje, así es que pensé que no iba a notar la diferencia. Cuando llegué a Montevideo no tenía la sensación de estar de viaje, sino de estancia, y es diferente para la cabeza. Ahora sí, ahora sí que he viajado y he sentido el viaje. Con la comida, el mate, los alfajores, la comida de fuera, el continuo probar y gustar, pensar mirando paisajes, el sentir extrañeza, conocer lugares nuevos, gente diferente... ¿y hacer turismo?

Un viaje dentro de otro viaje que todavía no ha terminado.

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