domingo, 2 de agosto de 2009

El cerro y los niños II

Primer día con los niños de APEX,
sábados de 14:30 a 17.

Llegamos y estaban ya allí.

Eran 6: Bruno (el negro), Bruno, Michael (que se pronuncia Mikaol), Fede y Cati. 13 años y un enanito de 10, Nico.

Todos llevaban un gorro puesto.
Gorros que habían hecho con balones de fútbol, papel de periódico y pintura.
Me mostraron cómo se hacían.
Sonreían.
Y hacían tonterías.
Jugaban entre ellos.

Solos empezaron a hacer improvisaciones jugando.
En un juego que se convirtió en clase.
Primero, intercambiándose los sombreros, unos a otros.
Luego, representando a un gran magnate.
Guiados por Lolo, fueron haciendo una escena.

¿Vergüenza?
No, aquí no existía eso.
Vergüenza ninguna.
Risas y más risas.
Tontería tras tontería.
A cada paso, nos iban sorprendiendo más y más.
Tontunos.
Teatreros.

Ellos solos , ellos solos
guiaron el juego, improvisaron, crearon, se concentraron,
pensaron lo que querían hacer, lo hicieron.
Siempre jugando y sonriendo.

Amigos, compinches,
cuidan los unos de los otros,
se nota,
se ríen unos con otros,
son un grupo.

Por último,
jugando al fútbol,
por supuesto, Cristina: ¿puedo jugar?
jugó,
metió goles...
mirando la escena desde fuera,
pensé lo que une ese deporte,
tan tonto,
una pelota y a correr.

Jugué y me hice compinche de Cati,
con la que no había conseguido intercambiar palabra,
juntas metimos un gol,
yo le pasé la bola que ella metió en la golera,
y desde entonces nos mirábamos de otra manera.

Ahora va a resultar que me gusta el fútbol...

¡Teatreros hasta el próximo sábado!
(esos sí, ¡Cómo me gustan los niños de Lolo!)

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